La Terapia Corporal Integrativa. ¿Qué es y cómo funciona?
En nuestro cuerpo y nuestra musculatura está la memoria de nuestra vida. De la misma forma que desarrollamos nuestro carácter de manera inconsciente como método de supervivencia durante los primeros 7 años de nuestra vida, atendiendo a las demandas y necesidades de nuestro alrededor, también nos vamos desconectando poco a poco de nuestros cuerpos para conectarnos con la seguridad de aquello que nos da un lugar en el mundo.
Sin embargo, todas las carencias que hemos vivido a lo largo de nuestras etapas evolutivas de la infancia acaban manifestándose en nuestro cuerpo, en forma de tensiones corporales, bloqueos musculares, dolores físicos, insensibilizaciones ante el sentir de cualquier emoción, desconexión interna, e incluso a veces, enfermedades.
Conocer nuestra coraza muscular, identificar aquellas tensiones y rigideces que la conforman y suavizarlas a través de propuestas de bioenergética y una mirada hacia lo corporal, nos devuelve el contacto con nuestro cuerpo, nuestro instinto, nuestra vitalidad y así la posibilidad de recuperar el libre flujo energético y el ritmo natural del cuerpo (ya sea energético, respiratorio, cíclico, emocional…), desconectado como consecuencia de una sociedad y una cultura que nos exige y nos empuja a vivir a otro ritmo, teniendo que insensibilizar nuestros cuerpos para llegar a él.
Teniendo en cuenta que cada bloqueo de nuestro cuerpo es el estado muscular que refleja un estado emocional reprimido, por muy lejano que nos resulte en el tiempo, en la medida en la que vayamos desbloqueando nuestros segmentos corporales volveremos a dejar fluir la energía y, así, recuperar una coherencia interna entre lo que sentimos, hacemos, pensamos, queremos y somos.
¿En qué se basa la Terapia Corporal Integrativa?
La Terapia Corporal Integrativa, además de basarse en diferentes métodos y propuestas corporales muy variadas, parte del trabajo de la bioenergética para recuperar la vibración interna y movimientos no voluntarios como forma de recuperar cualquier sensación corporal y devolvernos el permiso y libertad de expresarla. A través de los siete segmentos bioenergéticos (ocular, oral, cervical, torácico, diafragmático, abdominal y pélvico), se cesan diferentes emociones y estados internos que pueden haber sido reprimidos, bloqueados o distorsionados.
Durante las diferentes etapas evolutivas de la infancia podemos interrumpir nuestros impulsos por diversos motivos, reprimiendo, así, sensaciones corporales y obteniendo como consecuencia zonas insensibles que han perdido la capacidad de sentir, percibir y expresar. El conjunto de estos bloqueos se da en nuestra infancia por no haber podido expresar una serie de impulsos corporales y psíquicos. Al reprimir un impulso psíquico obtenemos un síntoma neurótico (psicológico) que da lugar a un rasgo de carácter determinado. Sin embargo, también ocurre algo parecido a nivel corporal: cuando reprimimos un impulso físico generamos una rigidez muscular que descansa en nuestra coraza, una energía que sigue pulsando en forma de bloqueo, generándose una estructura corporal específica (coraza) relacionada con nuestra estructura física (carácter). Ambas estructuras se generan al mismo tiempo y, por ello, trabajar con una implica trabajar con la otra.
El trabajo con la Terapia Corporal Integrativa nos lleva de vuelta a nuestra capacidad de conectar con el placer, la alegría, la entrega a todo aquello que sentimos y necesitamos expresar, en cada momento, el gozo de vivir… Al aflojar la coraza y poner consciencia en ella, tenemos la oportunidad de dejar de identificarnos y justificarnos con aquello que creemos que somos (“yo soy así y no puedo sentir nada que no se incluya en lo que soy”), abriéndonos a nuevas posibilidades y permitiéndonos ser de cualquier manera, sintiendo la infinidad de emociones que podemos sentir, sin juzgarnos. Actualizándonos, poco a poco, de lo que éramos a lo que verdaderamente somos.