Sobre la mirada

Poco conscientes somos de la fuerza que ejerce la mirada ajena sobre nosotros/as mismos/as.

A veces la influencia es clara y nos damos cuenta de cómo nos condiciona la mirada externa: el juicio, el reconocimiento, la aprobación, la exigencia… Otras veces parece que esto no va con nosotros/as y nos creemos libres de condicionamientos externos.

La mirada ajena nos acompaña desde el primer momento en el que llegamos a este mundo. A través de la mirada de quienes nos acompañan aprendemos “a ser”, desarrollamos nuestras cualidades y perfilamos nuestro carácter con tal de definir quienes somos.

Puede haber una mirada amorosa, suficientemente buena, que me dé permiso para lo auténtico y espontáneo y, aun así, me condicione.

El cómo me miran está íntimamente relacionado con la manera en la que yo me miro a mí mismo/a y en la forma en la que miro a las demás personas.

 

Un trabajo profundo de revisión de las miradas que me han acompañado a lo largo de mis etapas evolutivas, permitirá mirarme de forma más honesta y actualizada.

Revisar cómo me miro y me acompaño es tan importante como liberador, y a la vez me ofrece la oportunidad de cultivar una mirada más acorde a mi presente, abrazando a quien realmente soy, aquí y ahora.

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