Sobre el duelo

Ese espacio de tiempo, a veces más corto y a veces más largo, que forzosamente nos lleva a aterrizar en el presente y afrontar la realidad dolorosa del momento.

El duelo procede de la muerte. La muerte puede ser física, como la pérdida de un ser querido, pero también puede tratarse de la muerte de relaciones de pareja, de amistad o de familia, la muerte por cambios de trabajo, de motivaciones, de ciudades…

Todas esas muertes nos llevan a un nuevo plano donde emerge la necesidad de despedirse de lo que en un momento fue para abrirnos a un nuevo presente, aceptar un nuevo espacio y abrazar todas las emociones y sensaciones que pueden darse en este proceso.

A nivel psicológico, el duelo pasa por diferentes etapas, como pueden ser la negación, la rabia, la negociación, la depresión, la tristeza… Hasta que podemos abrazar la aceptación. Podemos ir saltando las etapas de una a otra, creer que hemos “resuelto” una de ellas y de repente encontrarnos en la misma. El duelo no es un proceso lineal ni sencillo de comprender desde un plano mental.

Aceptar lo que nos ofrece la vida, abrirnos a sentir y responsabilizarnos de todo aquello que nos dice nuestro cuerpo, no es un camino fácil. A veces nos quedamos anclados en una de las fases del duelo, impidiéndonos estar en el aquí y ahora, asunto que nos lleva a entrar en culpabilidad, rabia, frustración, desesperanza…

Otras veces solemos ponernos trampas con tal de interrumpir lo que nos pasa, dejando de atendernos y escucharnos, evitando así el contacto con nosotros/as mismos/as.

Varios mecanismos de defensa emergen para no sentir el dolor, ya sea evadiéndonos, haciendo responsables a otras personas, anclándonos en la rabia, culpando a los demás del dolor que nos han causado en vez de dejarnos sentir nuestro propio dolor, entre otros.

Para poder transitar un duelo, es importante ponernos delante de lo que sentimos, de forma honesta y verdadera. Y, para hacerlo, conviene escuchar al cuerpo y dar espacio a nuestras emociones. Nuestro cuerpo es el contenedor de todas nuestras experiencias. Al darnos espacio para la escucha interna, así como el permiso para expresar nuestras emociones sin juicio, tomamos contacto con espacios internos de nuestras vidas a los que normalmente no accedemos. Solo así podremos digerir lo sucedido, ponernos delante de lo que sentimos, crear el espacio para actualizar la relación existente ahora (ya sea conmigo, con otra persona o con mi alrededor), y, así, poco a poco, abrirnos a lo nuevo que nos traiga la vida, desde la disponibilidad y la aceptación.

Transitar este camino sin acompañamiento puede conllevar mayor dificultad de aceptación y que el proceso sea más largo, así como el riesgo de caer en nuestra propia ceguera.

Contacta conmigo mediante WhatsApp
Contacta conmigo mediante WhatsApp