Sobre el amor

Anhelamos el amor. Aprendemos a hacer cualquier cosa para sentirlo. De ahí vienen todos los núcleos de carácter, la semilla de la neurosis, nuestra ceguera, y todas las estrategias que aprendemos para poder definirnos y encontrar nuestro lugar.

La sed de amor es la que me impulsa a construirme, y, todos nosotros/as hemos sentido sed de amor en algún momento de nuestras vidas, a pesar de haber podido recibir amor, cariño y dulzura de las personas más cercanas a nosotros/as.

Conviene revisar y actualizar mis estrategias relacionales. Observar mis patrones socio-afectivos para ver si siguen compensándome, cuestionar si quiero seguir invirtiendo mi energía en esos caminos conocidos, automatizados, inconscientes, que me llevan a moverme y relacionarme con los demás. O si, por el contrario, algo dentro de mí me pide actualizarme a quién soy ahora, contactar con mi mirada adulta, revisar mis auténticas necesidades, mis relaciones, mis creencias y la gestión de mis asuntos.

Cultivar el amor hacia mí mismo/a me permite abrirme al amor. Al amor con la pareja, con la familia, con los hijos/as, con los amigos/as, con el resto de los seres humanos, con los animales, con la naturaleza…

Anhelamos el amor y lo buscamos en todas partes menos en nosotros mismos/as. Volvemos a los viejos sitios dónde amamos la vida, caemos en los mismos patrones socio-afectivos en los que pudimos sentir el amor, tropezando una y otra vez con las mismas dificultades en el presente.

Se trata de aprender a amar la vida, desaprendiendo lo aprendido para poder aprender a amarnos a nosotros/as mismos/as. Volver a amarnos aquí y ahora.

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