¿Cuánto conoces tus emociones?
El mundo emocional suele ser un mundo desconocido para muchos/as de nosotros/as. No solo para quienes tenemos la dificultad de acceder al mismo, sino para quienes solemos vivir a través de él.
Las emociones forman parte de nuestro organismo. Son reacciones psicofisiológicas que tienen una función adaptativa. De esta forma, cuando emerge una emoción en nuestro cuerpo, nuestro cerebro activa las respuestas fisiológicas necesarias para que podamos vivir, adaptarnos y transitar un determinado suceso.
A nivel corporal, podemos percibir una alteración de nuestra atención, como si de repente apareciera una nube densa y grande que nos impidiera ver otra cosa. Asimismo, puede que se nos acelere la respiración y el ritmo cardíaco, puede que los músculos se tensen, nuestra voz y expresiones faciales cambien, así como toda la actividad de nuestro sistema nervioso autónomo.
Las emociones son como las olas del mar. Aparecen de forma sutil o con fuerza, bañan nuestro estado interno, y se van.
Cuando nos quedamos enganchados/as a ellas permanecemos en un estado cronificado, ajeno a la realidad del momento. Sin embargo, cuando hacemos todo lo posible –de forma inconsciente– para no desequilibrarnos, interrumpimos el flujo energético que acompaña la emoción e impedimos que ésta pueda expresarse. Cuando esto ocurre, nos distanciamos de la vivencia auténtica, alejándonos un poco de la vida, como si no quisiéramos que nos tocara porque nos es difícil o no nos gusta. Esto suele suceder ante la presencia de emociones que socialmente han sido etiquetadas como negativas, en detrimento de las positivas, que suelen ser más ligeras y acompañadas de un bienestar momentáneo.
Te invito a que la próxima vez que emerja una emoción desconocida en ti o que sientas cómo ligeramente se acerca, pongas atención en cómo la vives. Tratando de ver si dejas que la emoción tome el espacio que necesita, si la apresuras a marcharse rápidamente o, si, por el contrario, la evitas.
Recuerda que cuando estás en el agua, no puedes escaparte de las olas. Estas forman parte del estado oceánico en el que te encuentras.
¿Cuánto conoces a tu mundo emocional?
¿Cuánto espacio le ofreces?